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ISSN: 2306-0603 (impresa) - 2411-0094 (en línea)
Revista Científica de Ciencias de la Salud,
2020: 13(1), 49-58
INTRODUCCIÓN
La violencia en el Perú es uno de los problemas
sociales que ha ido aumentando a lo largo de
los años y ocasionan severas consecuencias,
no sólo a la víctima, sino también a la familia
de esta. El Instituto Nacional de Estadística e
Informática (INEI,2019) registró 14,491 casos
de violencia contra la mujer, violencia familiar y
violencia sexual en el mes de enero del presente
año, por medio de los Centros de Emergencia
Mujer (CEM) a nivel nacional. Así mismo se
realiza una comparación con el reporte desde
enero hasta el mes de julio, y se reportó 101,668
casos a nivel nacional, lo que demuestra que es
un problema psicosocial que va aumentando de
manera rápida.
Pazos, Oliva y Hernando (2014) denen la
violencia en la relación de pareja como una
agresión intencional por parte de un miembro
de la relación, quien posee mayor autoridad y
poder hacia la pareja, ya sea de manera física,
psicológica o sexual. En los adolescentes y
jóvenes es más probable que se presenten
conductas de violencia, ya que tienen dicultad
para poder identicar que son víctimas de la
violencia por parte de su pareja, e idealizan la
relación a tal punto de normalizar las conductas
agresivas.
También, Muñoz y Echeburúa (2016) clasican la
violencia de pareja en tres tipos: violencia física,
psicológica y sexual, y hacen referencia que la
violencia física y sexual van de la mano del tipo
psicológico, debido a que este último es como
empieza la violencia, tiene consecuencias más
graves y es más difícil de detectar debido a que
son comportamientos que pasan desapercibidos,
se muestra de diferentes maneras y hasta se
puede confundir con expresiones de “amor”, por
ejemplo: control de redes sociales, celos, control
de la otra persona, violencia verbal, aislamiento,
confusión emocional, sometimiento económico,
acoso, etc.
Rodríguez y Biezma (2017) menciona varios
tipos de violencia en la pareja: la violencia
física, violencia psicológica, violencia sexual.
El primer tipo son conductas agresivas como
jaloneos, golpes, empujones que generan
lesiones en el organismo, hasta puede llegar a
la muerte. En el segundo tipo, se caracteriza por
los insultos, amenaza o calicativos negativos
y discriminatorios, humillación. El tipo sexual
se centra generalmente en la obligación del
contacto sexual sin el consentimiento de la otra
persona, lo cual muchas veces va acompañado
de agresiones físicas.
La violencia en las relaciones de parejas jóvenes
empieza de manera gradual y progresiva, con
conductas, mayormente de tipo psicológico,
con el n de que pase desapercibido y tener el
control sobre la pareja. Los factores que ayudan
a que la violencia se mantenga son los mitos o
creencias que las personas adoptan, como por
ejemplo de que la agresión física es la solución a
los problemas, los estereotipos ya establecidos
por la sociedad; también inuye si en sus familias
respectivas han observado esas conductas
violentas y han crecido con ese modelo, de
manera que existen dos posibilidades: que
repitan esas conductas de violencia o sumisión;
y la otra cambiar esas conductas violentas. Otro
factor importante con respecto al mantenimiento
de la violencia son las características de
la relación, ya que, según varios estudios
realizados, mientras mayor sea el tiempo de
relación, el contacto e intimidad sexual y que tan
consolidada esté la relación, mayor es el riesgo
de la presencia de la violencia, en especial del
tipo psicológico (Rubio-Garay et al., 2015).
Muchas veces, la violencia que ejerce el agresor
está relacionada con factores individuales y
características de la personalidad de este, como:
impulsividad, desconanza, poca tolerancia a
la frustración, poca capacidad para resolver
problemas, entre otras; y conductas de riesgo,
como el consumo del alcohol, drogas, inicio
sexual a corta edad, problemas en la familia,
bajo rendimiento escolar, etc. (Pazos, Oliva y
Hernando, 2014).
García , et al (2018) tomando los resultados de
la Macroencuesta de violencia contra la mujer
realizada en España el 2015, reportan que la
violencia psicológica tiene mayor prevalencia
(38.3%) en las jóvenes entre las edades 16 a
24 años, en comparación a las mujeres jóvenes
mayores de 24 años (25.43%). Así también,
diferentes estudios explican que las mujeres
entre las edades de 20 a 24 años y que se
encuentran en la etapa universitaria son más
propensas a sufrir cualquier tipo de violencia por
parte de sus parejas.
En España, García, Rodríguez y Porcel (2018)
validaron la Escala Multidimensional de Violencia
en el Noviazgo (EMVN), nalidad de detectar la
violencia a manera de víctima y agresor en la