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ISSN: 2306-0603 (impresa) - 2411-0094 (en línea)
Revista Científica de Ciencias de la Salud,
2019: 12(2), 81-86
DISCUSIÓN
En la población estudiada se pudo apreciar
que más del 90% de los profesionales de esta
clínica no tiene capacitación respecto al TEA.
Lo que es un factor de riesgo considerando las
dicultades que se presentan en el tratamiento
de esta enfermedad (Pardo-Govea, & Solís-
Áñez, 2009). Según la guía de urgencia para el
Paciente con Autismo: La sedación y contención
física deben ser valoradas siempre en estos
pacientes con el n de evitar la agitación motora,
pues la falta o supercialidad en la valoración
puede desencadenar situaciones de hostilidad
ante la dicultad del niño para comprender su
entorno (Parellada et al., s. f.).
Por otro lado, en la tabla 2, se aprecia como
muchos de los cuidados generales que se
realizan usualmente con todos los pacientes que
van a pabellón, son los incorporados también a
los niños con TDA, pero existe aún una dicultad
para incluir aquellos cuidados que más tienen
relación con el síndrome como lo son: valorar la
administración de sedación o contención física,
ocultar el material médico llamativo u objeto
luminoso, permitir ingresar objetos personales
de uso cotidiano, siempre que sean compatibles
con las características de la habitación, utilizar
pictogramas, entre otros (Irarrázaval, Brokering,
& Murillo, 2005).
La aplicación de la escala EVA para el manejo
del dolor en un paciente TEA, evidencia falta
de conocimiento en los profesionales, pues la
forma correcta para medir el dolor en pacientes
pediátricos no es con la Escala EVA, sino a
través de la Escala Wong Baker donde aparecen
imágenes referentes al dolor que el niño siente
en ese momento, una herramienta para que
el profesional observe gesticulaciones del
paciente con TEA sobre todo si no se comunica
adecuadamente de manera verbal (Irarrázaval
et al., 2005).
Actualmente existe evidencia que apoya la
participación de factores genéticos como
causa del TEA asociándose a enfermedades
monogénicas (como el síndrome de X frágil
en donde se puede apreciar una fragilidad en
el extremo del cromosoma) manifestando en
el niño: comportamiento hiperactivo, décit
atencional, deterioro en el lenguaje (Pardo-
Govea, & Solís-Áñez, 2009). Esta enfermedad
también es de tipo neurobiológica, que se
traduce en el daño o alteración ocurrida antes
del nacimiento o durante el desarrollo fetal
precoz. Estudios en gemelos univitelinos han
demostrado que el gemelo de un TEA tiene un
90% de tener una enfermedad relacionada con
este trastorno (Irarrázaval et al., 2005).
Asimismo, existe una tendencia a tener mayor
volumen del cerebro en la infancia, debido al
aumento de la sustancia blanca. Existiendo
pacientes con macrocefalia, aceleración o
desaceleración del crecimiento cerebral,
disminución del tamaño de las células del
sistema límbico y del número de células de
Purkinje en el cerebelo (Tellechea, 2013).
En cuanto a la respuesta humoral, se ha
encontrado que los niños con TEA presentan
niveles elevados de IgE, como evidencia de
una respuesta de tipo alérgica. Presentándose
hipersensibilidad a grupos especícos de
alimentos que contienen caseína y/o gluten,
lo que lleva a la postulación de teorías
inmunológicas en el trastorno del espectro
autista, donde podrían implicarse genes de
baja compatibilidad. Asociándose también como
causas secundarias al trastorno algunos factores
ambientales como: la exposición intrauterina a
los virus de la rubéola, citomegalovirus, al ácido
valproico y talidomida (Irarrázaval et al., 2005).
Según la guía clínica del Ministerio de Salud
(2011) de detección temprana se realiza
inicialmente una evaluación del DSPM
(Desarrollo Psicomotor) a través de los
instrumentos realizados en el control del niño
sano como: EEDP (Escala de evaluación de
desarrollo psicomotor de 0 a 24 meses) y TEPSI
(Test de desarrollo Psicomotor de 24 a 5 años),
se evalúa al paciente, y si hubiese algún retraso
de lenguaje y desarrollo social es causal para
que el profesional de APS (Atención Primaria
de Salud) o médico pediatra realice la pauta de
cotejo de señales de alerta de TEA, en caso de
aparición de una o más señales en su rango
etario es motivo de etapa de conrmación
diagnóstica. Entre los 16 a 30 meses de edad se
deriva a un periodo de vigilancia realizando la
aplicación del instrumento M-CHAT/ES (Lista de
Modicación para el Autismo) en dos ocasiones,
con un intervalo de 30 días entre cada una. Si
el resultado es positivo, en ambas aplicaciones,
se deriva de forma inmediata a conrmación
de diagnóstico. Para efecto de este proceso,
deben seguirse los criterios diagnósticos que
están establecidos tanto en el manual DSM-IV
TR (Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos